miércoles, 9 de marzo de 2011

Veneno de Luna

15 minutos, dijo que esperara 15 minutos...
Si viene me sentiré mejor, tiene que hacerme sentir mejor.
Pero si no, es útil, ya no importa.

Ayer, de nuevo me abrieron el vientre en un instante, con las manos. Para crear un camino, para atravesarme compartiendo su frío lamento, para vengar las almas de una vez en mí.
Pero nada más yo me doy cuenta de lo que sucede, todos los hombres sólo seguirán (siguieron) caminando, porque ignoran que tantas aves se han escurrido en chorros ácidos sobre sus cabezas, filtrándose por sus sedientos ojos y únicamente saliendo por entre las uñas de su manos.

Luna, tú que ahora te asomas, con tus ojos tan vacíos y los pies descalzos. Tu melancólico y breve reflejo en mi fuente, es mi única bondad, mi grito de anhelo, mis sollozos, mis conjuros, mi propia descripción. Eres lo único.

He visto cuando los colores que huyen por pequeños, por pequeños orificios. Es el bostezo de una realidad cansada, que renace cada eternidad para repetirse exacta, cual necia burla que me deja asfixiar en el vacío, sólo un poco, lo suficiente antes del retorno.

Ojos. Ojos recién lubricados. Ojos sedientos. Derramándose. Forman un grotesco coro, estallando y girando a mi alrededor. Por un instante, por cada instante. Me gritan en conjunto que nadie existe, que soy mis propios delirios. Y me reflejo, muero en las pupilas dilatadas de quien me ve por última vez.

Aves, ave de ojos malditos que se cierran como rendijas, que contaminan cada existencia, si nunca he detenido tu asqueroso recorrido, por qué muestras violenta tus dientes afilados. ¡Todas rían en lo alto! ¡Burlate de mí! De mis ojos secos, de mis párpados transparentes, que no dejan ver.
Bien sé, que no es más que la horrible repetición de su eterno ciclo de decadencia, que contemplaré, como recordando nuestra condena.

(continuara...)

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