martes, 13 de marzo de 2012

Solo

Nunca fui desde mi niñez
como otros fueron; y no vi jamás
como otros vieron; nunca bebí mis pasiones
en un manantial común,
ni tampoco bebí de la misma fuente
mi dolor, ni despertar pudo mi corazón
a la alegría de la realidad melódica,
y todo cuanto amé, lo amé yo 
solo.
Entonces, en mi niñez, en la alborada
de la más tormentosa vida, arranqué
de las profundidades del bien y del mal
el misterio que todavía me encadena
al torrente, o a la fuente,
al rojo acantilado de la montaña,
al sol que en torno a mí reverbera
con su matiz de oro otoñal,
al celeste relámpago
cruzándome con su descarga,
al trueno, y a la tempestad,
y a la nube que adquirió la figura
(cuando el resto del Cielo era azul)
de un demonio ante mis ojos.

Edgar Allan Poe

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